jueves, 14 de octubre de 2010
De cómo los mineros chilenos rescataron al Presidente Piñera
Cuando el último de los mineros chilenos rescatados de las entrañas de la tierra abrazó al Presidente Piñera el 13 de octubre, el prestigio de éste había ya alcanzado su cenit, después de subir al ritmo de cada metro que en profundidad avanzaba la máquina que horadaba las rocas en busca de aquéllos.
Sebastián Piñera no esperó a que el dueño y responsable de la explotación criminal de los mineros de San José Atacama aflojara los 10 o 15 millones de dólares que costaría el rescate, utilizando la nás avanzada tecnología en esa materia. Dispuso de esos recursos sin que se sepa que ese adelanto haya molestado al dueño de la mina. En México, el milagroso rescate ha provocado júbilo y una inevitable comparación con la miserable conducta del entonces Presidente Fox y su Ministro del Trabajo Francisco Javier Salazar, coludidos con Germán Larrea Mota Velazco, explotador de minas y mineros, ante la tragedia de Pasta de Conchos que costó la vida a 65 trabajadores. Nunca se sabrá si fueron enterrados vivos, porque desde el primer momento hasta la fecha, los dieron por muertos, no solo negando todo intento de rescate, sino impidiendo a sus familiares y voluntarios los esfuerzos de rescate.
Sin embargo, la exitosa intervención del Presidente chileno en este rescate ha opacado por completo las críticas que en su país y a nivel internacional iba ganando la denuncia de la lucha histórica de los indígenas mapuches contra la política represiva y discriminatoria del gobierno chileno, continuador en este sentido de la política de sus antecesores.
Desde mediados de julio, antes del derrumbe que sepultó a los mineros y un mes antes de que se supiera que éstos se conservaban con vida, mapuches presos en varias cárceles de Chile se declararon en huelga de hambre para protestar contra la aplicación de leyes del tiempo de Pinochet que el gobierno chileno seguía aplicando para llamarlos terroristas por reclamar sus tierras arrebatadas por los poderosos.
32 presos declararon ser torturados con métodos copiados de la prisión de Guantánamo, además de ser humillados y discriminados por su condición de indígenas.
Ya en los años sucesivos del 2006 al 2009 habían protestado en la misma forma sin obtener concesión alguna del gobierno de Michelet, mientras compañeros suyos eran reprimidos y asesinados en intentos de tomas de tierras. Amnistía Internacional los reconoció como Presos de Conciencia y el propio gobierno de Piñera tuvo que aceptar que no podían segur aplicándose contra ellos las leyes de la dictadura militar.
Los grandes medios informativos ocultaron toda referencia a la resistencia de este heroico pueblo, mientras volcaron toda su atención hacia el rescate de los mineros. En tanto, los presos rebasaron los dos meses de huelga de hambre, poniendo en grave riesgo sus vidas. Con unos cuantos acuerdos favorables y encerrados tras muros de silencio, decidieron levantar la huelga de hambre. Cuando el más veterano de los mineros y último en salir de las profundidades de la tierra, el ya legendario Luiz Urquiza cantaba con Piñera el Himno nacional chileno, otro Luis, el casi anónimo Luis Marileo, menor de edad y el más joven de los presos, era el último en abandonar la huelga de hambre, no su lucha.
De Piñera se dice que es la nueva estrella latinoamericana por el brillante rescate de los mineros. Lo que no se dice es que los mineros también rescataron a Piñera, cuando la huelga de hambre de los indígenas mapuches quedó sepultada por los medios.
Sebastián Piñera no esperó a que el dueño y responsable de la explotación criminal de los mineros de San José Atacama aflojara los 10 o 15 millones de dólares que costaría el rescate, utilizando la nás avanzada tecnología en esa materia. Dispuso de esos recursos sin que se sepa que ese adelanto haya molestado al dueño de la mina. En México, el milagroso rescate ha provocado júbilo y una inevitable comparación con la miserable conducta del entonces Presidente Fox y su Ministro del Trabajo Francisco Javier Salazar, coludidos con Germán Larrea Mota Velazco, explotador de minas y mineros, ante la tragedia de Pasta de Conchos que costó la vida a 65 trabajadores. Nunca se sabrá si fueron enterrados vivos, porque desde el primer momento hasta la fecha, los dieron por muertos, no solo negando todo intento de rescate, sino impidiendo a sus familiares y voluntarios los esfuerzos de rescate.
Sin embargo, la exitosa intervención del Presidente chileno en este rescate ha opacado por completo las críticas que en su país y a nivel internacional iba ganando la denuncia de la lucha histórica de los indígenas mapuches contra la política represiva y discriminatoria del gobierno chileno, continuador en este sentido de la política de sus antecesores.
Desde mediados de julio, antes del derrumbe que sepultó a los mineros y un mes antes de que se supiera que éstos se conservaban con vida, mapuches presos en varias cárceles de Chile se declararon en huelga de hambre para protestar contra la aplicación de leyes del tiempo de Pinochet que el gobierno chileno seguía aplicando para llamarlos terroristas por reclamar sus tierras arrebatadas por los poderosos.
32 presos declararon ser torturados con métodos copiados de la prisión de Guantánamo, además de ser humillados y discriminados por su condición de indígenas.
Ya en los años sucesivos del 2006 al 2009 habían protestado en la misma forma sin obtener concesión alguna del gobierno de Michelet, mientras compañeros suyos eran reprimidos y asesinados en intentos de tomas de tierras. Amnistía Internacional los reconoció como Presos de Conciencia y el propio gobierno de Piñera tuvo que aceptar que no podían segur aplicándose contra ellos las leyes de la dictadura militar.
Los grandes medios informativos ocultaron toda referencia a la resistencia de este heroico pueblo, mientras volcaron toda su atención hacia el rescate de los mineros. En tanto, los presos rebasaron los dos meses de huelga de hambre, poniendo en grave riesgo sus vidas. Con unos cuantos acuerdos favorables y encerrados tras muros de silencio, decidieron levantar la huelga de hambre. Cuando el más veterano de los mineros y último en salir de las profundidades de la tierra, el ya legendario Luiz Urquiza cantaba con Piñera el Himno nacional chileno, otro Luis, el casi anónimo Luis Marileo, menor de edad y el más joven de los presos, era el último en abandonar la huelga de hambre, no su lucha.
De Piñera se dice que es la nueva estrella latinoamericana por el brillante rescate de los mineros. Lo que no se dice es que los mineros también rescataron a Piñera, cuando la huelga de hambre de los indígenas mapuches quedó sepultada por los medios.
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