martes, 28 de junio de 2011

La noche en que los desarrapados inauguraron MARCO



La cálida noche del 28 de junio de 1991, una espléndida estructura resaltaba soberbia contra la oscuridad en el centro de Monterrey: era el Museo de Arte Contemporáneo (MARCO) que en su noche de inauguración recibía a la crema y nata de la sociedad burguesa y a la exigua intelectualidad regiomontana.
De las limusinas y lujosos automóviles descendían en elegante desfile damas con largos vestidos de noche y caballeros de riguroso smoking, llamados a ser testigos de honor de la ceremonia que estaba por iniciar y contaría, desde luego, con la presencia del C. Gobernador del Estado, Lic. Jorge Treviño Martínez, para cortar el listón que daría paso no sólo a un moderno museo, sino a las aspiraciones materializadas de una vida cultural del Primer mundo.
De pronto, el fastuoso escenario se convirtió en una plebeya confusión. Un prolongado silbatazo fue la señal de que el mandatario estatal había ingresado ya al recinto y, en unos cuantos segundos brotaron de todos los rincones de la Plaza Zaragoza y sus alrededores más de doscientos hombres y mujeres, muchos de ellos cargando niños, para plantar su contrastante presencia en la entrada del edificio, desplegando de inmediato los motivos de esta ingrata e inesperada visita. Mientras un grupo de enlutadas mujeres encendía velas alrededor de un sepulcro bajo el adefesio de Juan Soriano, adelantando los presagios de muerte por el temido cólera que llegaba causando estragos en las comunidades sin agua potable y sin drenaje, decenas de pancartas mostraban letreros y fotos con penosas escenas de miseria, de fecalismo al aire libre, de pozos negros llenos hasta el tope, de llaves sin agua rodeadas de cubetas desoladoramente secas y de letreros que preguntaban o desafiaban: “Señor Gobernador, ¿cuándo va a inaugurar el Museo de la Miseria en las colonias proletarias del Topo Chico?”.
Habíamos logrado sorprender y rebasar a los cuerpos de Seguridad del Estado. No habían detectado nuestra presencia, dispersos en los corredores de la plaza, en el viejo kiosco, ocupando las bancas, aguardando en el atrio de Catedral. Cada quien llegó por su cuenta, nadie se reconocería, todos puntuales para actuar a la señal convenida. Planeamos ese acto como última y desesperada acción para obligar al Gobernador a cumplir su promesa de introducir los servicios de agua potable y drenaje sanitario antes de terminar su sexenio. Y esta fecha se acercaba inexorablemente.
Aún la pura promesa había costado numerosas movilizaciones, marchas, plantones, visitas a consulados y a líderes políticos y religiosos, entre otras formas de protesta y de presión que tratábamos de hacer novedosas para romper el cerco de silencio de la prensa.
Cuando representantes del Gobernador quisieron, ya con buenas, ya con malas razones movernos del lugar con las mismas promesas de siempre, se dieron cuenta que el coraje, la indignación, por vivir ya casi veinte años en esas inhumanas condiciones, no admitirían más demoras. O nos quitaban por la violencia de ahí, delante tan pulcra audiencia, o nos daban la razón, autorizando el presupuesto para dotar de los servicios básicos a cientos de familias proletarias desahuciadas por el ínfimo presupuesto municipal, pues en aquella época no existían aún los fondos de PRONASOL.
Mientras tanto, un bizarro espectáculo se generaba: los visitantes retrasados bajaban con toda la prisa de su impuntualidad, pero al toparse de pronto con la desarrapada multitud, reculaban primero, luego corrían hacia la entrada, mientras las damas trataban de proteger sus joyas de la vista ajena y los caballeros se protegían con las damas de una amenaza inexistente, porque no había ninguna palabra ni ademán en su contra. Quién sabe que escenas de espanto dieron por imaginarse los de adentro, sobre todo cuando los sedientos advirtieron que de no contar con la presencia del Gobernador en un plazo razonable, pasarían a buscar la plática con él dentro del edificio, el caso es que después de tensos instantes el entonces Secretario de Gobierno, Lic. Natividad González Parás, salió a toda prisa con su distinguida esposa, la colocó en un vehículo y se devolvió para entregar a la chusma que no cejaba de entonar consignas, el compromiso por escrito del C. Gobernador, por el cual se comprometía a realizar las obras de introducción de los servicios reclamados.
En esta ocasión si cumplió su palabra Jorge Treviño Martínez. Cientos de familias pudieron contar con estos servicios por primera vez después de 15 a 20 años. “Valió la pena tener que ponerse esas garras”, decía la gente, recordando el llamado a vestir las mejores ropitas para pasar desapercibidos. Y creció la confianza en el poder de la unidad y la organización de los pobres.

domingo, 26 de junio de 2011

Ludo Martens, un gran marxista de nuestro tiempo, ha muerto


Ludo Martens ha muerto.
El 5 de junio se apagó la existencia física de este hombre que hizo de su vida una fuente de luz para su tiempo.
Hijo mayor de un capitalista belga, escogió la Universidad de Lovaina para estudiar la carrera de Medicina. El Mayo del 68 capturó su espíritu libertario; se convirtió en uno de los líderes del movimiento y junto a estudiantes alemanes aprendió a buscar la explicación de los complejos problemas de la sociedad moderna en la lectura de los textos de Marx y Lenin.
Bajo su impulso, los estudiantes de la conservadora Universidad se involucraron con las luchas obreras, rechazaron el racismo y las guerras imperialistas y recabaron un millón de firmas a favor de la nacionalización de los inmigrantes; cuando Martens denunció la pedofilia en la Iglesia Católica de Bélgica, la Universidad se decidió a expulsarlo. Aceptado por la Universidad de Gante, promovió también en ésta la lucha solidaria con obreros huelguistas.
En esos momentos, Ludo inspiró la creación del Sindicato de Estudiantes que se esforzó por orientar a los estudiantes hacia el mundo del trabajo, con la consigna de integrar en un solo frente contra El Capital a obreros y estudiantes. En el Sindicato de Estudiantes, Ludo explicaba a sus camaradas que la verdadera libertad de los intelectuales consistía en comprender cómo estaba hecha esta sociedad, de dónde provenía la injusticia, cuáles eran las leyes del desarrollo la historia y, a partir de ahí, actuar en consecuencia.
Para un auténtico marxista, “actuar en consecuencia” significa poner todos los conocimientos y los actos al servicio de la liberación de la clase obrera. Junto a sus compañeros, debate sobre el rumbo de sus vidas al terminar los estudios, a qué clase debían servir, qué compromiso habían adquirido con la parte mayoritaria de la sociedad. Eran los años 70s, cuando los Partidos Comunistas se hundían en el reformismo y el revisionismo; en ese momento, bajo la influencia de Ludo, deciden formar un nuevo partido, firmemente establecido sobre las enseñanzas del marxismo-leninismo, con el objetivo de servir al pueblo.
Con estas firmes bases y un correcto método de trabajo con las masas, fundan el núcleo original llamado AMADA (Alle Macht Aan de Arbeiders: “Todo el Poder al Pueblo”) que en 1979 se constituye como Partido del Trabajo de Bélgica (PTB). Al tiempo que construye una sólida organización al servicio de los explotados de su país, Ludo observa críticamente la degeneración del Partido Comunista de la Unión Soviética y de los partidos gobernantes de Europa Oriental convertidos en satélites de aquél; en los años 80s advierte sobre la catástrofe que representará para los pueblos que iniciaron el camino histórico de la construcción del socialismo y para la humanidad toda, el regreso del capitalismo.
Cuando en 1989-91, del derrumbe del muro de Berlín al de la URSS, la confusión y desmoralización hacen presa de los “comunistas” que no habían estudiado y mucho menos calculado las consecuencias de la progresiva degradación de los países del bloque soviético, el PTB con Ludo Martens a la cabeza convoca al Seminario Comunista Internacional (SCI), que inicia un minucioso análisis de aquel fenómeno, estudia sus causas mas profundas y brinda a los comunistas del mundo entero un balance justo de la primera experiencia de construcción del socialismo en la historia contemporánea. Desde 1992 el SCI se realiza anualmente en Bruselas; sus documentos y conclusiones han arrojado luz en una época especialmente oscura, fortaleciendo la confianza en que el porvenir pertenece a los proletarios y pueblos oprimidos del mundo.
Ludo Martens dedicó una atención especial al análisis de esta época histórica: además de sus aportaciones al estudio de la situación actual que presentó en el SCI, escribió tres libros: “Otra visión sobre Stalin”, “De Tian An Men a Timisoara” y “La Contrarrevolución de Terciopelo”, indispensables para comprender y combatir al revisionismo moderno.
La vida de Ludo Martens fue un ejemplo de dedicación a la práctica revolucionaria, al trabajo intelectual exhaustivo al servicio de esta práctica, fue un ejemplo de vida sencilla y lucha dura, despreciando los altos salarios y los honores con los que la burguesía suele comprar a la intelectualidad pequeñoburguesa. Los últimos diez años de su vida activa los dedicó a apoyar la liberación de la antigua colonia saqueada y exprimida por los imperialistas de su país: la República Democrática de El Congo. “Hay que devolver la Historia a quienes realmente la hacen”, decía Ludo. Tres libros dedicó a recuperar para el pueblo africano el orgullo de sus luchas revolucionarias: “Pierre Mulele, la otra vida de Patricio Lumumba”, Leonie Abo y otro dedicado a Laurent Kabila.
Gilfredo Verdugo, Secretario General del Partido Obrero Rojo y asesor de la AC “Tierra y Libertad” dijo en el sencillo homenaje luctuoso dedicado a Ludo Martens:
La sensible muerte del camarada Ludo Martens no es sólo una gran pérdida para el Partido del Trabajo de Bélgica, sino para todos los partidos, organizaciones y personas comunistas y progresistas del mundo; para todos aquellos quienes padecen la explotación y opresión de los capitalistas, de los imperialistas y de todo tipo de explotadores y opresores.
Nosotros tenemos muy en alto las obras teóricas de Ludo Martens, que reflejan un pleno dominio del punto de vista, posición y método del marxismo-leninismo así como una vasta experiencia práctica y que han contribuido, contribuyen y seguirán contribuyendo a acercar la revolución proletaria en primer lugar, en Europa, con toda su significancia mundial; pero no sólo ahí, sino también en el resto del mundo
.”

domingo, 19 de junio de 2011

En NL no fueron los Halcones, sino el oportunismo y la corrupción quienes dieron muerte al movimiento estudiantil

Simbólica como la flama frente al edificio de la Rectoría de la UANL, fue la conmemoración del 10 de junio por un puñado de universitarios que no dejaron pasar en blanco aquella fecha cuyo significado para la historia de las luchas estudiantiles y la historia de la lucha de clases en México no ha sido debidamente valorado.
El 10 de junio tiene ese profundo significado que no puede reducirse a un acto ritual de aniversario. Fue el cierre brutal, sangriento, de un ciclo: el período de ilusiones del movimiento democrático, que en Nuevo León y algunos otros Estados de la República había sobrevivido a Tlatelolco.
El pueblo de este país, que libró una larga y cruel guerra civil para sacudirse 30 años de dictadura porfirista sólo para montar sobre sus espaldas 40 años de dictadura priísta (a finales de los 60s) había encontrado una válvula de escape en el movimiento estudiantil. El déspota Estado mexicano bajo el poder monolítico del PRI no toleró su existencia; las matanzas del 2 de Octubre y del 10 de junio lo demostraron palpablemente.
A los ojos de muchos estudiantes, el 10 de junio refrendó la advertencia fatal de Tlatelolco. Había que cambiar, pues, las armas de la crítica por la crítica de las armas. El sector más radicalizado del movimiento comenzó a preparar la organización y las acciones de la guerrilla urbana, tendencia que culminaría con la formación del la Liga 23 de Septiembre a la que el Estado mexicano combatió ferozmente, con sus cárceles clandestinas, la tortura, la muerte e incluso la cooptación.
El 10 de junio hizo ver a otro sector del estudiantado que toda lucha al margen de las masas populares estaba condenada al fracaso. La consigna fue salir de las universidades e integrarse a la vida, el trabajo y la lucha diaria de los pobres de la ciudad y del campo. Esta tendencia logró importantes avances en algunos lugares del país, para luego sufrir graves retrocesos por el oportunismo de sus dirigentes. Nuestra experiencia en la lucha universitaria y con los trabajadores pobres nos confirma que la integración con las masas es el camino correcto.
Para la mayoría del estudiantado, que no tomó las armas ni se integró a la lucha popular, sino que siguió en las aulas, sobrevino después del 10 de junio una ola reaccionaria hasta la desmovilización total. Con muchos estudiantes acosados por la búsqueda policiaca de nexos con los guerrilleros, otros paralizados por la propaganda de la Universidad-fábrica que llamaba a abandonar los movimientos reformistas y constituir brigadas revolucionarias (con lo cual se alejaban de ambos), se desarrolló paralelamente una feroz lucha por la Universidad como botín, cuyos episodios más lamentables fueron la entrega del Ulisismo en brazos del Echeverrismo, la alianza del Partido Comunista con los enemigos históricos de la Autonomía y la democracia universitarias, la escisión del Sindicato Universitario (STUANL) y el reconocimiento del Estado a Ernesto Villarreal Landeros, dejando en la calle a más de 400 trabajadores; el olvido de las consignas de lucha (paridad en el Consejo Universitario y Juntas Directivas y rechazo a la Junta de Gobierno) interrumpidas al levantarse el movimiento después del 10 de junio.
Resultado de este agudo proceso de descomposición fueron: el regreso al poder de quienes habían sido desalojados de la Rectoría por el movimiento estudiantil, la institucionalización del porrismo, la cooptación y desprestigio de los líderes de “izquierda” apoderados de una o varias direcciones escolares, la conversión del STUANL en un sindicato blanco y la lógica desmoralización y desmovilización del estudiantado ante tanta corrupción y oportunismo. De esta cama no se ha vuelto a levantar el movimiento estudiantil, hace ya más de 30 años.
La represión del 10 de junio costó la sangre de los universitarios de México: los del Poli, de la UNAM, de la Ibero, de las Prepas Populares, que aquel día a pesar de los graves riesgos decidieron manifestar su solidaridad con el movimiento de la UANL. Y desgraciadamente el resultado en Nuevo León fue contrario al esperado, en lugar de reivindicar el sacrificio de sus camaradas, el movimiento democrático universitario se fue a pique hasta desparecer. Claro que los menos responsables fueron los y las jóvenes estudiantes. Culpar también al Gobierno por represor y reaccionario es otra vulgar muestra de oportunismo; del enemigo de clase no se puede esperar mas que agresión en cualquiera de sus formas y la organización se desarrolla y fortalece superando estas pruebas.
El nuevo movimiento estudiantil que surja debe aprender de estos errores para no repetirlos y debe desarrollar el método de crítica y autocrítica para fortalecer sus filas; deberá partir de las necesidades más sentidas por la base estudiantil y buscar la ligazón con las graves necesidades del pueblo. Será el mejor tributo para los caídos el 10 de junio.

jueves, 9 de junio de 2011

10 de junio: La Autonomía de la UANL nació bautizada con sangre


40 años de "Autonomía" de la UANL
Héctor Camero Haro
Consejero Alumno por la Fac. de Medicina de la UNL en 1969
Miembro del Comité Central de Lucha de la UANL en 1971


Las autoridades universitarias conmemoraron el pasado 6 de junio el 40 Aniversario de la Autonomía de la UANL.
El torrente de demagogia que llovió sobre el campus universitario fue inversamente proporcional a la verdad de los hechos: “Aquella fecha histórica en que sus maestros, alumnos y trabajadores perseveraron para que esta Casa de Estudios pudiera regirse con base en sus propias decisiones, y sobre todo con la consigna de ponerse al día en la investigación científica, social, filosófica y artística” evocó el Gobernador priista Rodrigo Medina en el evento conmemorativo, sin mencionar que su antecesor el priista Eduardo Elizondo y su Congreso conformado por sus secuaces del mismo partido fueron los enemigos de aquel movimiento de estudiantes, trabajadores y maestros universitarios.
Jesús Ancer Rodríguez, Rector de la UANL afirmó en el mismo evento: “En estas cuatro décadas, la autonomía ha permitido a la institución reconocerse como un organismo con fines eminentemente científicos, responsable de crear, extender y difundir la cultura; formadora de ciudadanos íntegros preparados en los diferentes ámbitos profesionales”. La realidad es que al amparo de la Autonomía, funcionarios universitarios han hecho prósperos negocios y han fincado impenetrables feudos mientras mantienen domesticados a los estudiantes, masivamente preparados para servir con docilidad al capital. La verdad es que muchos de los beneficiarios de la Autonomía de la UANL fueron los más enconados enemigos de ese movimiento.
No fue esa la Autonomía por la que lucharon los estudiantes de aquella época. Aquella buscaba desarrollar la conciencia crítica de los estudiantes, acercar la Universidad al pueblo que le da sustento, abrir sus puertas a los hijos de los trabajadores que generan la riqueza que mantiene a las universidades. Por esta Autonomía lucharon los universitarios, fueron perseguidos por el Gobierno estatal hasta que éste fue obligado por el Gobierno Federal presidido entonces por Luis Echeverría Alvarez a escoger entre la renuncia o una ley modificada a conveniencia de la política de LEA.
El Congreso que había aprobado la abominable “Ley Elizondo” no acompañó a su Gobernador en la renuncia, más bien volvió a cubrirse de ignominia con la aprobación de una nueva Ley Orgánica de la Universidad (todavía vigente) que decretó la Autonomía de palabra pero la sepultó en los hechos con la creación de la Junta de Gobierno, categórica negación de la democracia universitaria.
El estudiantado, fuerza motriz del movimiento por la Autonomía, se enfrentó a la decisión de aceptar esa Autonomía mutilada y continuar la lucha por echar abajo la Junta de Gobierno y conseguir la paridad en el Consejo Universitario y en las Juntas Directivas de las escuelas (se aprobó la integración de las Juntas con un tercio del estudiantado) o bien volver a clases, dejando para otro momento la continuación del movimiento.
En ese momento, los estudiantes de la UNAM se levantaron para impulsar a sus camaradas de la UANL a luchar por la Autonomía completa, rechazando al Junta de Gobierno que ellos bien conocían. Consideraron que era un buen motivo para alentar a sus propios compañeros a volver a la movilización, después de más de dos años de parálisis por el terror impuesto en la capital con la matanza de Tlatelolco.
En Nuevo León, sin embargo, después de tres meses de paro, la mayoría de las escuelas estaba regresando a clases considerando que la renuncia de Elizondo y la Autonomía mutilada eran, después de todo, un triunfo parcial y que la lucha se podría reiniciar en el siguiente ciclo escolar. Sólo unas pocas, entre ellas las Facultades de Economía y Trabajo Social decidieron dar por perdido el semestre y continuar el movimiento.
Aún así, los estudiantes de México decidieron salir a la calle el 10 de junio de 1971 con las banderas de solidaridad hacia el estudiantado de la UANL. Una comisión de estudiantes de la UANL viajó al DF para colocarse a la vanguardia de la marcha. En medio de los más oscuros presagios, los universitarios pagaron con su sangre una vez más su decisión de convertir en realidad los conceptos de democracia, libertad de expresión, Universidad al pueblo y porqué no, “auténtica Autonomía”,
El gobierno priista de Luis Echeverría utilizó al grupo paramilitar “Halcones”, entrenados por miembros del Ejército mexicano desde 1966 al servicio del Depto. del DF para ahogar en sangre este intento de recuperar las calles.
La “Autonomía” de la UANL nació así, bautizada con sangre. Los universitarios de la UANL no deben ignorar jamás esta deuda de sangre con sus camaradas de la UNAM.
Esta mutilada “Autonomía” devino en su contrario: los estudiantes han perdido su autonomía respecto a las autoridades que los reprimen o los compran; las elecciones de las autoridades y hasta las de sus propias mesas directivas son un a farsa; han aceptado el regreso de los exámenes de admisión, han permitido que cada año el 30 por ciento de los jóvenes que tocan a las puertas de la UANL queden afuera, han permitido la privatización de laboratorios, centros de investigación y hasta del Hospital Universitario; han aceptado dejar de aspirar a ser conciencia crítica de la sociedad y brillan por su ausencia en las grandes causas del pueblo que requieren su solidaridad.
Hoy, el estudiantado de la UANL parece estar más sometido que nunca antes de la “Autonomía”. Sin embargo, si antes despertó, bien puede volver a hacerlo.