domingo, 25 de septiembre de 2011

Luto por los muchachos muertos. José Alvarado


José Alvarado, destacada personalidad democrática del siglo pasado, originario de Lampazos N.L., era ya un conocido periodista y escritor, catedrático en la UNAM, cuando fue designado Rector de la Universidad de Nuevo León hace 50 años, en 1961, por el entonces Gobernador del Estado, Eduardo Livas Villarreal.
Alvarado solo se sostuvo en la Rectoría poco más de un año. Le tocó sufrir una de las más feroces campañas de desprestigio desatadas por la burguesía regiomontana, hinchada de soberbia por su exitosa campaña de histeria anticomunista que en febrero de 1962 había llevado a las madres de familia a rescatar a sus niños de las escuelas "porque el gobierno los quería mandar a Cuba", mientras decenas de miles de obreros de los sindicatos blancos obtenían un día libre para exigir frente al Palacio de Gobierno suspender la entrega de los libros de texto gratuito en las escuelas públicas por "socializantes".
En ese ambiente ocurrieron la atroz campaña contra Alvarado y su renuncia a la Rectoría de la UNL, una página de vergüenza en la historia de esta ciudad y de la Universidad pública que no han reivindicado la memoria del denigrado ex-Rector, ni siquiera en estos días en que se conmemora el centenario de su nacimiento, cuando incluso el periódico que fue principal instrumento de aquella campaña, "El Norte", reconoce la calidad literaria del escritor a través de uno de sus reporteros quien, seguramente sin saber que tira piedras contra sus patrones, afirma "alarmó a un sector de la ciudadanía que lo vio como una amenaza ideológica"(!).
A José Alvarado se debe uno de los más bellos pensamientos expresados en aquellos aciagos días que siguieron a la masacre cometida por el PRI-Gobierno en Tlatelolco. Breve homenaje, concentrado de dolor y de coraje, de indignación y esperanza por la juventud destrozada, cuando aún retumbaban el eco de las botas militares, el ruido de la metralla asesina y la ovación de diputados y senadores al genocida Gustavo Díaz Ordaz. Este es el texto que Don José Alvarado tuvo el valor de dedicar a los caídos el 2 de Octubre, cuando toda disidencia era perseguida y aplastada:

Luto por los muchachos muertos
Había belleza y luz en las almas de esos muchachos muertos. Querían hacer de México la morada de la justicia y la verdad. Soñaron una hermosa república libre de la miseria y el engaño. Pretendieron la libertad, el pan y el alfabeto para los seres oprimidos y olvidados y fueron enemigos de los ojos tristes en los niños, la frustración en los adolescentes y el desencanto de los viejos. Acaso en alguno de ellos había la semilla de un sabio, de un maestro, de un artista, de un ingeniero, un médico. Ahora sólo son fisiologías ininterrumpidas dentro de pieles ultrajadas. Su caída nos hiere a todos y deja una horrible cicatriz en la vida mexicana.

No son, ciertamente, páginas de gloria las escrita esa noche, pero no podrán ser olvidadas nunca por quienes, jóvenes hoy, harán mañana la crónica de estos días nefastos. Entonces, tal vez, será realidad el sueño de los muchachos muertos, de esa bella muchacha, estudiante de primer año de medicina y edecán de la Olimpiada, caída ante las balas, con los ojos inmóviles y el silencio en sus labios que hablaban cuatro idiomas. Algún día una lampara votiva se levantará en la Plaza de las Tres Culturas en memoria de todos ellos. Otros jóvenes la conservarán encendida.
Jose Alvarado. “Luto por los muchachos muertos”. Revista Siempre!, N 779, 16 de octubre de 1968

lunes, 19 de septiembre de 2011

Los verdaderos valores del Dalai Lama


En días pasados, el Consejo Estatal para la Promoción de Valores, organizó el “Tercer Encuentro Mundial de Valores” en la ciudad de Monterrey, con la participación de destacadas personalidades procedentes de diferentes países.
Este Consejo Estatal funciona con financiamiento del Gobierno estatal; se creó en 2007, supuestamente para enfrentar la escalada de violencia mediante la alianza de asociaciones e instituciones “para difundir los valores” y por medio de campañas en universidades, empresas y escuelas públicas “para promover conceptos morales como honestidad y responsabilidad”.
Javier Benítez, Presidente del Consejo, inspirado por la presencia y el discurso de su principal invitado, Tendzin Gyatso, el decimocuarto Dalai Lama, manifestó de inmediato su deseo de invitar el próximo año al Papa Benedicto XVI. "¿Qué gente más representativa de paz, de cultura ciudadana, de convivencia que esas personalidades que son del mundo espiritual? -- dijo emocionado Benítez-- Nos dan unos ejemplos y unas enseñanzas muy bonitas”.
En el programa “Sin Pelos en la lengua” de Radio Tierra y Libertad, Ignacio Staines analizó la participación del Dalai Lama en este evento, llamando al público a guiarse siempre por el método de “Buscar la verdad en los hechos” y no por los discursos que suelen ser muy distintos de lo que muestra la realidad.
Y los hechos demuestran que el célebre Dalai, ganador del Nobel de La Paz, está muy lejos de promover los valores de honestidad, responsabilidad, paz y democracia que pregona.
Para empezar, dijo Staines, el Dalai Lama pertenece a una casta de sátrapas que gobernaban el Tibet de la manera más antidemocrática, imponiendo una teocracia feudal que sometía a la servidumbre al 95 por ciento de la población de esa región hasta 1,949, año de fundación de la República Popular China.
Los siervos tibetanos estaban obligados a mantener a la casta parasitaria de los Lamas. Quienes intentaban huir eran sometidos a castigos brutales, que incluían cepos, cadenas y mutilaciones. La inmensa mayoría de la población no tenía derecho a la libertad personal, a la educación ni a la subsistencia. ¡Esa era la condición de los derechos humanos en el Tíbet bajo la teocracia feudal de los Lamas, incluyendo al actual campeón defensor de los derechos humanos, el Dalai Lama!
La fundación de la República Popular China puso fin a las aspiraciones de los imperialistas británicos de dividir el territorio tibetano. En 1951 el Ejército Popular de Liberación inició la ocupación del territorio bajo el mando del gobierno central, conservando el Dalai el gobierno local. En 1956 inició la reforma agraria radical, a la que intentaron oponerse los terratenientes con una revuelta armada. El Dalai Lama huyó a la India y desde ahí se mantiene como gobernante de Tibet en el exilio, sostenido por el gobierno de los Estados Unidos, en campaña separatista permanente contra el gobierno y el pueblo chinos.
Dos hermanos del Dalai dirigieron luchas de guerrillas financiadas por la CIA, en infructuoso intento por recuperar el poder. En 1998, documentos liberados por el Depto. de Estado Norteamericano revelaron que la CIA entregó 1.7 millones de dólares al año para sostener las actividades armadas de exiliados tibetanos contra el gobierno de la RPCh, mientras el “espiritual” líder budista predicaba la resistencia pacífica.
El fracaso de la violencia armada no ha hecho desistir los esfuerzos separatistas del Dalai. En este siglo, las operaciones ya no han corrido a cargo de la desprestigiada CIA, sino del National Endowment for Democracy (NED), Fondo Nacional para la Democracia, que destina dos millones de dólares al año a favor del exilio tibetano, más los recursos del Congreso norteamericano y las aportaciones de millonarios como Alberto Soros al líder budista, quien a pesar de semejantes apoyos sigue vistiendo la humilde túnica, símbolo de renuncia a la vida mundana. (Feudalismo Amistoso: El Mito Tibetano, Michael Parenti).
Hacia 1939, el Dalai Lama todavía niño, recibió las enseñanzas del nazi Heinrich Harrer, oficial de las tropas de asalto de Himmler durante siete años (llevados a la pantalla en el mito hollywoodense “Siete años en el Tibet”, con Richard Gere). El Dalai Lama conservó la amistad de este nazi hasta su muerte a los 93 años. Pero no fue la única amistad que cultivó entre estos enemigos de la humanidad. Fue también amigo del médico nazi Bruno Beger, juzgado por crímenes cometidos contra los prisioneros de los campos de concentración, como amigo fue de Miguel Serrano, Jefe del Partido Nazi de Chile, quien daba a Hitler trato de Dios.
Es conocida también la relación de maestro-alumno que sostuvo con el fanático Shoko Asahara, el jefe de la secta japonesa La Verdad Suprema, responsable del ataque con el tóxico gas sarín contra civiles inermes en el metro de Tokio. El Dalai quiso deslindarse de esa perniciosa amistad, pero no pudo negar los donativos que por más de un millón de dólares hizo en su favor el terrorista, quien se aseguró de contar con recibos del Dalai para poder obtener reconocimiento del gobierno japonés a su secta y deducir así impuestos. Tampoco fue casual la intervención del Dalai a favor del asesino Augusto Pinochet, cuando el gobierno español solicitaba la extradición del dictador amigo de los nazis.
El Dalai Lama tiene ahora otros asesores, más a propósito de sus prédicas. Destacan el Coronel Robert Helvey, Presidente de la Albert Einstein Institution, quien entrenó en Hong Kong a los grupos estudiantiles que dirigieron las protestas de Tiananmen en 1989, y Gene Sharp, ambos especialistas en la “Resistencia no violenta” como método para echar abajo gobiernos no colaboradores con la política de los Estados Unidos.
El Tíbet, inmensa región de importancia geopolítica de primer orden, es también uno de los más grandes depósitos de minerales del mundo: uranio, litio, hierro y cobre, entre otros, y desde luego, el petróleo, riquezas materiales que el imperialismo norteamericano quiere hacer creer al mundo que en su beatífica misión espiritual desconoce ese “hombre sagrado” que es el Dalai Lama.
Los pueblos del mundo deben conocer la verdadera faz de este farsante, aliado del imperialismo en la larga lucha por desestabilizar al único país capaz de frenar al enemigo principal de la paz mundial.
Foto: Maestro y discípulo. Dalai y Shoko Asahara.

domingo, 11 de septiembre de 2011

La experiencia histórica del 11 de Septiembre


No nos referimos aquí al 9/11 norteamericano, hecatombe de un día, revivida durante diez años mas los que hagan falta al revanchismo imperialista, a través de las imágenes repetidas hasta el infinito, de las inmensas columnas de humo que se pierden en las alturas, mientras llueven cuerpos que la desesperación lanza al vacío, para concluir con la escena apocalíptica del derrumbe cuyas nubes de polvo persiguen a la multitud indefensa y desconcertada, escenas que con todo su catastrofismo se verían pálidas junto a las nunca filmadas escenas de Hiroshima y Nagasaki cuando el gobierno yanki decidió lanzar sobre éstas la bomba nuclear, o el tampoco filmado terror de la población civil vietnamita abatida diariamente en la Ruta de Hanoi por los raids de la aviación norteamericana con lluvia de napalm, la gelatina de fuego, por citar solo unos ejemplos de población civil indefensa, víctima de agresiones inhumanas por parte de la potencia que se atrevió a preguntar ¿Porqué nos odian?
Esa dolorosa experiencia podrá fácilmente analizarla y asimilarla el pueblo norteamericano cuando deje de ver a través de los ojos de su gobierno y de sus voraces empresas transnacionales, cuando se refleje en los ojos de los pueblos oprimidos y saqueados por su gobierno y el de las otras potencias imperialistas.
Aquí nos referimos a otro 11 de Septiembre, al que en 1973 puso fin a la ilusión de llegar al socialismo por la vía pacífica, al que recordó a los explotados del mundo que ningunas elecciones, decretos o discursos, van a despojar a la clase dominante de sus privilegios; que para conservarlos, esta clase no vacilará en recurrir a todos los medios a su alcance: al Parlamento y a los jueces si, como fue el caso, perdió temporalmente el Poder Ejecutivo, a la interpretación a conveniencia de la ley y a la violación de ésta si no le conviene; a la calumnia y el engaño a través de sus medios masivos de desinformación, a la intriga para desunir al pueblo y sus aliados, a sus relaciones con el capital internacional, al sabotaje, al terror, al crimen y, cuando todo eso no sea suficiente, a su último y más seguro recurso: la intervención del ejército para someter al pueblo.
Todo esto lo vivió el pueblo chileno durante el breve período de gobierno de Salvador Allende, llevado a la presidencia de su país por una coalición de partidos: la Unidad Popular, donde los partidos más influyentes eran el Partido Comunista y el Socialista.
Allende llegó a la presidencia con una mayoría muy precaria; 36 por ciento de los votos, apenas dos puntos arriba del segundo. El Parlamento tenía incluso poder de veto y podría convocar a nuevas elecciones, pero Allende negoció con el Partido Demócrata Cristiano la aprobación parlamentaria, a cambio de compromisos para respetar la legalidad, la propiedad privada y las fuerzas armadas.
En realidad, Allende no tenía que haber hecho ese compromiso. El estaba profundamente convencido de la necesidad de respetar los caminos institucionales; creía también en la tradición de legalidad del ejército chileno. 60 años más tarde, Allende cometió en Chile el mismo error que el mexicano Francisco I. Madero: nombró Ministro de Defensa a su futuro verdugo. Sólo que Madero nunca se dijo marxista.
Por esos años, la “izquierda” chilena estaba profundamente influida por las tesis revisionistas del Partido comunista de la Unión Soviética (PCUS), una de las cuales respaldaba el criterio de que era posible llegar a poder e incluso al socialismo por la vía electoral. El Partido Comunista de China (PCCh) rechazó totalmente esas tesis y denunció al PCUS como partido revisionista, culpable de engañar a las masas con teorías contrarias a las enseñanzas de Marx y Lenin.
De la Revolución de 1848 a la Comuna de París (1871), Marx y Engels sacaron la conclusión de que el proletariado tendría que oponer a la violencia reaccionaria la violencia revolucionaria y que necesitaba imponer su dictadura de clase frente a la dictadura de la burguesía. De no hacerlo así, los explotadores aplastarían a sangre y fuego la revolución. Lenin llamó “renegados” a quienes se decían marxistas pero no preparaban a las masas para enfrentar la violencia reaccionaria. Marxista no es el que se limita a reconocer la lucha de clases, decía Lenin. “Marxista sólo es el que hace extensivo el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del proletariado. En esto es en lo que estriba la más profunda diferencia entre un marxista y un pequeño (o un gran) burgués adocenado”.
La atención del mundo se centró esos años en el proceso chileno; el resultado tendría repercusiones internacionales. Quizás podía derribar una de las tesis claves del marxismo y confirmar lo correcto del nuevo rumbo de la dirigencia soviética: pacifismo en la lucha de clases a nivel nacional, agresiva expansión en la política internacional. Pero la burguesía y sus aliados del imperialismo norteamericano no estaban para ensayos y pusieron una vez más las cosas en su lugar. A cacerolazos, a tancazos y finalmente con el golpe militar.
El pueblo chileno con la clase obrera a la cabeza aguantó las consecuencias de la crisis política y económica estoicamente y muchas veces se batió heroicamente. Frente al enemigo cada vez más provocador, en vano pidió armas al Presidente. Además, en el proceso nunca se llegó a conformar un partido proletario que pudiera organizar desde abajo la defensa del gobierno de la UP. Sin un partido proletario al frente, sin unidad de principios ni unidad táctica, el pueblo chileno sufrió una terrible derrota frente a sus enemigos que sí estaban unidos, con el ejército listo para cumplir su misión histórica: aplastar la lucha popular.
Salvador Allende murió heroicamente en el Palacio de La Moneda, en cumplimiento del mandato popular que lo eligió Presidente. Su muerte heroica y su gobierno, sin duda lleno de buenas intenciones para el pueblo chileno, no deben sin embargo, hacer olvidar esta tremenda lección histórica: las clases dominantes nunca van a dejar sus privilegios por la vía pacífica. Y para todos los pueblos que en sus luchas se topan con partidos o dirigentes reformistas, no olvidar la terrible lección que dejaron Pinochet, la burguesía chilena e involuntariamente, los reformistas y revisionistas chilenos: “el reformismo, por el hecho mismo de sacudir hasta sus cimientos la sociedad burguesa sin atreverse a destruirla, acaba por constituirse en la antesala de la contrarrevolución” (R. Mauro Marini).
Olvidarlo es traicionar la memoria de las decenas de miles de chilenos asesinados, torturados o desaparecidos, además de Salvador Allende.

viernes, 2 de septiembre de 2011

No más impunidad ante crímenes de sicarios o de las fuerzas armadas

La denuncia de CADHAC debe ser reforzada por todo lo que haya de honrado y conciente en esta ciudad. Este pueblo no puede quedar callado ante tanta barbarie que abate a la ciudadanía indefensa, un día por los sicarios y otro día por las fuerzas del Estado.

02 de septiembre de 2011 - Boletín No. 1109/030
LA FAMILIA ACOSTA, OTRA VÍCTIMA DE LOS ABUSOS DE LA MARINA
Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos, A.C. (CADHAC) está profundamente consternada por el ataque que sufrió la familia Acosta en la madrugada del día 1º de septiembre en Apodaca, Nuevo León, cuando elementos de la Secretaría de Marina ingresaron violentamente a su casa, mataron a Gustavo Acosta de (31 años) y detuvieron a Daniel Acosta (19 años)
Tomando en cuenta la versión por parte de la hermana del occiso, dada a los medios de comunicación justo después de los hechos, en la que manifiestó que elementos de la Marina llegaron a su casa gritando que abrieran la puerta, estando su papá y su hermano en el piso de abajo, y que tan pronto el hermano abrió la puerta, fue agredido y muerto a balazos, así como las declaraciones de diversos vecinos en el sentido de que los familias no eran delincuentes, CADHAC considera que:

• El ingreso a los domicilios por parte de las Fuerzas Armadas y la Marina, están violentando derechos fundamentales consagrados en nuestra Constitución y tratados internacionales de derechos humanos.
• Del testimonio se desprende una probable Ejecución Extrajudicial por parte de la Marina Armada de México.
• Este tipo de actos deleznables, son cada vez más frecuentes, por lo que urge se actúe dentro del marco legal vigente.
• Cualquier persona que se presuma sea responsable de un hecho delictivo, debe ser sancionada conforme a derecho, y de ninguna manera sometida a tratos crueles, inhumanos y/o degradantes, a la privación de cualesquiera de sus derechos, incluido el derecho a la vida.

Por lo anterior exigimos de inmediato:
• Presentación de la persona detenida ante la autoridad civil correspondiente.
• Presentación por parte de los marinos de la orden de cateo y la orden de arresto con las que debieron contar antes de pretender ingresar a un domicilio privado.
• Una explicación pormenorizada sobre el uso de la fuerza letal y las causas y los procedimientos de arresto que utilizaron en esta acción.
• Que se investiguen los hechos, se deslinden las responsabilidades correspondientes y se sancione a los responsables en procedimientos ante juzgadores de orden civil, no militar.
• Se garantice la integridad jurídica, física y psicológica de toda la familia Acosta.

CADHAC exige que la Secretaría de Marina haga pública la información sobre esta acción. Esta organización quiere recordar que de conformidad con la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el Expediente Varios 912/2010, la Marina no es competente para procesar a sus elementos en casos como estos, por lo que el Ministerio Público debe asumir su competencia e investigar cuidadosa y profesionalmente, y el caso debe ser resuelto por tribunales civiles, no por instancias militares.

No es la primera ocasión que los elementos de la Marina Armada de México matan inocentes en el marco de la estrategia federal contra el crimen organizado. Estos actos son indignantes e inadmisibles en una sociedad democrática. CADHAC aboga por un cambio de estrategia que respete auténticamente el Estado de derecho y los derechos humanos de todas las personas.

jueves, 1 de septiembre de 2011

“Falta coraje cívico” ¡Miren quién habla!

¡Quién lo diría! Hace unas décadas en esta ciudad, un vigoroso movimiento estudiantil sacudió desde sus raíces las caducas, autoritarias estructuras de la Universidad y logró una Autonomía fincada sobre una amplia participación desde las bases de las escuelas, democrática en sus discusiones, en sus acuerdos y en su representación heterogénea; comprometida con la calidad académica al mismo tiempo que rescataba una de sus banderas originales: la apertura de la Universidad a todos sus aspirantes. Un movimiento estudiantil que pugnaba por acercar la Universidad al pueblo, por servir de “conciencia crítica” de la sociedad y de “caja de resonancia” de los clamores de ese pueblo que sostiene con su trabajo a las universidades pero tiene vedada la entrada a ellas. ¿Quién combatió diariamente junto al gobierno a este legítimo movimiento estudiantil denigrando, desvirtuando y descalificando a los “estudiabanantes” de la “Republiquita de la Cortina de Alambre”? La misma prensa que hoy nos descubre que “falta coraje cívico” a la sociedad regiomontana.
En los años 70s, miles de familias de trabajadores pobres dieron en esta misma ciudad industrial una lucha que fue conocida a nivel nacional por el empuje y la organización que desarrollaron para hacer realidad una de las demandas más elementales del ser humano: tener una vivienda para no criar a sus hijos en la intemperie. Ni a los “capitanes de la industria” ni a sus representantes del gobierno les preocuparon jamás las pocilgas donde se hacinaban sus esclavos asalariados. ¿Quién exigía la más extrema “mano dura” contra esta lucha por la vivienda de los obreros más explotados de Monterrey? La misma prensa que hoy censura el “pobre reclamo” de la sociedad a las autoridades.
Por esos tiempos existían en la ciudad dos secciones del Sindicato de mayor tradición de combatividad en el país, la 67 y 68 de Mineros. El STUANL, Sindicato de Trabajadores de la Universidad, hacía presente su solidaridad en muchas de las demandas y luchas populares de ese tiempo. ¿Quién se encargaba de desprestigiar y denostar diariamente a estos sindicatos? Esta misma prensa, que hoy nos muestra como ejemplo las luchas de los pueblos de España, Chile y Egipto!
Si estas luchas ciudadanas pacíficas encontraban una respuesta furibunda de todos los grandes medios de difusión capitalistas, no es difícil imaginar lo que hicieron y dijeron ante la aparición de la guerrilla urbana, que tuvo también en esta ciudad a algunos de sus más destacados dirigentes.
De esta ciudad surgieron también los militantes que marcharon a Chiapas para fundar lo que más tarde conmovería al país como Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Y también en esta ciudad levantó destacados militantes la Teología de la Liberación, y contra ellos se lanzaron la parte más reaccionaria de la burguesía regiomontana y sus medios de difusión que hoy claman por ver masas contestatarias en la Macroplaza.
Este rápido repaso incluye sólo algunas luchas destacadas que ha dado el pueblo regiomontano, hace apenas una generación, frente a quienes vienen con el cuento de que “esta sociedad se acostumbró a dejar sus problemas en manos del poderoso sector empresarial”. ¡Sí, cómo no!
Sirva también a quienes se inician en estas luchas y desesperan porque no acude el pueblo en masa a sus llamados. Tomen en cuenta que los movimientos populares suelen ser cíclicos y los recesos pueden ser muy prolongados. Tomen en cuenta también que el pueblo desconfía de estas convocatorias porque ha sufrido atroces desengaños, regando su sangre sólo para que otros tiranos se trepen sobre sus espaldas. Más de un millón de mexicanos murieron en la revolución y cien años después sus descendientes mueren de hambre en el campo, sufren desempleo o salarios miserables en las ciudades, llegan a la vejez sin una pensión para sus últimos años y el derecho a la salud y a la educación gratuita son letra muerta. Muchas de esas luchas estudiantiles, sindicales y populares de los años 70s y 80s fueron llevadas al fracaso más que por sus enemigos, por los errores no corregidos, por el oportunismo y la traición en el seno mismo de estos movimientos. Y si estos desengaños han pesado sobre las masas de trabajadores, tampoco le ha ido bien a las llamadas “clases medias”, movilizadas por ejemplo, en los años 80s para llevar al político capitalista Fernando Canales Clariond y al PAN a la gubernatura, en un sexenio inconcluso que resultó un fiasco.
Es el colmo del humor cínico que esta prensa hoy “aconseje” a la ciudadanía adherirse a alguna organización de la sociedad civil, cuando desaparece la noticia o relega al último rincón, por ejemplo, las denuncias de una organización ambientalista contra FEMSA por la depredación que pretende hacer en La Pastora.
Son estos cínicos medios los que bombardean a la población con el futbol-negocio todos los días, a todas horas, en todos los canales, periódicos y revistas y luego se asombran de que haya medio millón de fanáticos cuya única aspiración en la vida es ver a su equipo convertirse en campeón o, en el otro extremo, no descender a la división inferior.
¿Porqué, pues, este súbito interés de la prensa capitalista por la movilización ciudadana? Porque ellos tienen en esta época un temor mayor aún que el pueblo sencillo: la inseguridad, el secuestro, el despojo de sus bienes, el levantón, la bala perdida. Quieren empujar al pueblo a exigir seguridad; tumbar incluso, a los gobernantes que no les dan garantías. Y si el pueblo no les hace caso y les muestra sus proletarias posaderas, entonces pasarán a demandar una dictadura militar, para lo cual también sus variados reportajes van preparando el camino.