lunes, 22 de octubre de 2012

Elba Esther, SNTE y Gobierno contra los niños y las madres que trabajan

La apoteosis de Elba Esther Gordillo en el reciente Congreso Nacional del SNTE, evento de lujo neroniano ampliamente descrito por los medios, a sólo unos cuantos días de las declaraciones más retrógradas, viles y cínicas de las muchas que han caracterizado a esta semianalfabeta líder magisterial, exhibe la extrema degradación que afecta al gremio supuestamente encargado de formar a la niñez mexicana con criterios democráticos, contrarios a toda servidumbre, prejuicios y fanatismos, según el mandato constitucional.

En efecto, antes de ser elevada a los altares del Congreso Nacional del SNTE por los 3,500 delegados ahítos de Caribe y otros generosos obsequios, Gordillo había publicado una carta abierta en la que descargaba la culpa del deterioro individual y social de este país nada menos que sobre las madres que sostienen o ayudan a sostener el hogar con su trabajo.
Textualmente, la Gordillo manifestó: "Cuando la mujer tuvo que compartir la responsabilidad del ingreso, no sólo impactó en el deterioro individual sino en el de la sociedad. "El abandono de la madre en la formación de los hijos, convirtió a las escuelas en guarderías juveniles, a los maestros, en solidarios responsables de la educación, y vació de contenido educativo y de convivencia humana, enormes cantidades del tiempo familiar, el cual fue ocupado por el excesivo consumo de la televisión chatarra y el abusivo uso de instrumentos lúdicos envueltos en ropajes de tecnología, también chatarra", La Gordillo es reaccionaria porque se coloca en una posición precapitalista, feudal, muy propia de la Iglesia Católica con cuyo apoyo había advertido el 27 de septiembre trabajaría conjuntamente en la formación de valores de la niñez mexicana. (El Episcopado y el SNTE buscarán educar juntos. Animal Político, 28 de sept. de 2012). Ella y el clero quisieran devolver a la mujer a la servidumbre del hogar, ignoran que es el capitalismo el que crea las condiciones para recibir la fuerza de trabajo ya no sólo de los desposeídos varones, sino de la mujer y de los niños, obligados por la penuria, por los bajos salarios, por la amenaza constante del desempleo, a competir ferozmente en la oferta de la fuerza de trabajo.

No es la irresponsabilidad que cínicamente acusa la Gordillo, sino la necesidad y muchas veces el abandono machista (que es otra consecuencia de la sociedad clasista), lo que empuja a la mujer a convertirse en esclava asalariada, condición que al mismo tiempo le permite cuestionar la esclavitud del trabajo doméstico no pagado y ni siquiera reconocido. Por más que en su inmensa mayoría carguen con la doble jornada del trabajo asalariado y el doméstico impago, la mujer económicamente independiente está en mejores condiciones para desarrollar todas sus potencialidades y para compartir la lucha por la destrucción de este sistema que la explota y oprime.

Hay inconsecuencia en la declaración de Elba Esther porque al descargar semejantes culpas de la descomposición social en las madres trabajadoras y no en el brutal régimen capitalista del que ella es gran beneficiaria, responsabiliza al mismo tiempo a todas las mujeres del SNTE, sabiendo que en el gremio predomina el género femenino y que la mayor parte de sus integrantes son madres que también abandonan a su familia mientras se desempeñan en la docencia o labores de apoyo, como alguna vez lo tuvo que hacer la propia Gordillo.

Pero la mayor degradación en que Elba Esther y su poderoso sindicato caen, no consiste en esas declaraciones reaccionarias, cínicas, de por sí condenadas a estrellarse contra la rueda de la historia, sino en ocultar  la salida lógica, necesaria, contra esa desvalorización que ella horrorizada denuncia “que hoy se materializa en formas diversas, dramáticas, como son los homicidios múltiples, el incremento en las adicciones, el trágico aumento del número de NiNis o el fracaso del Estado para garantizar la seguridad”.

¿Cuál es esa salida lógica de la que Elba Esther Gordillo y el SNTE no dicen una palabra para no molestar al gobierno de los capitalistas y conservar a favor del egoísmo gremial la mayoría de los recursos destinados a la educación? Las escuelas de tiempo completo que sustituyan a las miserables escuelas de cuatro horas y media con grupos repletos que dejan a niñas y niños y a las y los adolescentes educados por la calle o por las televisoras; en su lugar, crear escuelas que con una educación científica y politécnica tomen la responsabilidad de educar integralmente a las hijas e hijos del proletariado durante la jornada en que éstos se ven obligados a producir la riqueza que gozarán quienes los explotan. Escuelas de tiempo completo, que el avaro gobierno burgués desapareció desde 1951.

Escuelas de tiempo completo, con alimentos calientes incluidos y grupos no mayores de 25 alumnos, debía ser la exigencia del millón y medio de integrantes del SNTE y de su dirigente frente a la necesaria y deseable incorporación de la mujer a la vida económica, política y social; millones de madres y padres de los alumnos les acompañarían en esta lucha.   

Vivir de la docencia y no preocuparse sinceramente por el triste destino de los educandos, y encima de eso culpar a las madres que trabajan, debía ser el fondo que tocaran Elba Esther y su sindicato; pero dada la necesidad que tiene el régimen de usar los servicios del corporativismo sindical para mantener su control sobre el pueblo explotado, es de preverse que pueda todavía caer más bajo. 

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