martes, 5 de enero de 2010
La Radio y los días. Cómo duele el frío: aquel invierno de 1983
No se ha repetido otro invierno tan cruel en Monterrey como aquél de 1983. Cuchilladas de aire helado penetraban a través de rendijas y agujeros hasta los cuerpos que se apeñuscaban para tratar de mitigar el frío, mostrando las carencias de las viviendas cuando Tierra y Libertad iba ya hacia su primera década de existencia. Los constructores de los grandes edificios y mansiones de las colonias residenciales, apenas tenían tiempo para agregar unos bloques o unos enjarres como parches eternamente provisionales a sus propias viviendas.
Una madrugada cerca de Navidad la temperatura llegó a los 8 grados bajo cero. Aún así, no se suspendieron los trabajos de introducción de la tubería de gas natural. El metálico repiquetear de los martillos neumáticos se venía oyendo día y noche, desde que se iniciaran las obras a partir de la primera entrega de Escrituras de Tierra y Libertad. ¡Cuánto trabajo nos había costado conseguir esos documentos que legalizaban el muy modesto patrimonio de mil familias de trabajadores pobres! ¡Qué penoso, sobre todo, haber tenido que enfrentar en este último tramo de una lucha que se había dado a conocer en todo el país, a quienes habían sido nuestros compañeros y eran ellos, no el gobierno, quienes ahora pretendían negarnos este derecho a obtener el reconocimiento legal del pedazo de tierra que fue sustento de nuestra lucha!
Al astuto Gobernador Martínez Domínguez le venía de perlas la acusación que Alberto Anaya nos hacía de “gobiernistas” a quienes aceptamos encabezar la voluntad mayoritaria de legalizar la posesión de los terrenos de Tierra y Libertad.
Así, la súbita necesidad de expropiar estos terrenos no parecía un movimiento obligado para responder a la iniciativa de cientos de familias que un mes antes de la expropiación inundamos el Tribunal de Justicia para iniciar las demandas de Prescripción Adquisitiva... Martínez Domínguez declaró la expropiación; el Estado reconocía el derecho de los ocupantes y escrituraría a nombre de cada familia, pagando dos pesos para la introducción de un servicio por cada peso que los vecinos pagaran por sus terrenos.
Al final, era tanta la urgencia del gobernador por aparecer personalmente entregando las Escrituras, que se olvidó de cobrar, los vecinos de Tierra y Libertad recibimos nuestros documentos y se introdujo la línea para el gas natural, servicio propuesto en virtud de contar, aunque precariamente y en forma ilegal, con los otros servicios. Todavía estábamos muy lejos de poder dar la lucha por contar con servicios legales y de calidad, y menos sospechábamos que contra esta demanda no sólo se opondría Alberto Anaya, sino ¡el propio gobierno!
Aquella gélida noche de Diciembre, tratando de hacer menos pesada la labor de los trabajadores metidos a las zanjas, compartíamos la plática y el café calentado en las brasas. Y como alguien comentara lo injusto de estar en esos días navideños, con ese intenso frío que dolía en los huesos y en turno nocturno trabajando, el martillero, hombre a quien su oficio seguramente le acostumbraba a exigirse fuerza y no palabras, volvió a la máquina que mantenía descansando y antes de iniciar la tormenta de ruido dijo:
-- Tienen razón, pero una cosa me conforma. Que tengamos todos pronto este servicio y que podamos ayudar a mucha gente más.
El frío apretó y sólo los que trabajaban conservaban el calor. Yo me retiré pensando en que aquellas sencillas palabras, aceptadas por todos los presentes, eran la mejor muestra de que el documento de propiedad de una sencilla vivienda en nada afectaba al desarrollo de una conciencia solidaria. Tierra y Libertad fue la primera colonia del Topo Chico en contar con la línea de gas natural. Todavía hubo que esperar hasta 1988 para decidirse a dar la lucha por la contratación, que en aquel entonces se hacía con la CFE y a partir de entonces promovió la introducción del servicio en toda la zona.
Alberto Anaya lanzó la consigna de oponerse a la introducción del gas natural. ¡Preferimos cocinar con leña! -declaró la gente de su sector a la prensa. Un año después, él compró casa para su familia en una colonia de medio pelo en San Nicolás, con gas natural, por supuesto. Sus vecinos en Tierra y Libertad Centro siguen hasta la fecha sin este servicio.
Foto: Subiendo el cerro con tanque de gas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario