sábado, 28 de abril de 2012


"Nosotros los pobres"
Damián Veuster abandonó sin ruido las comodidades de una vida contemplativa en la Europa de fines del siglo XIX, para compartir la suerte de los leprosos abandonados de toda ayuda en la remota  isla Molokai. El mundo supo muy tarde de él, cuando ya contagiado de la entonces incurable enfermedad, decidió también compartir con ellos sus últimos momentos. “Nosotros los leprosos” –dicen que así iniciaba sus últimas homilías.
David Alcídes Carrión, estudiante de Medicina peruano, decidió probar en carne propia los estragos de una misteriosa enfermedad que mataba a sus compatriotas sin remedio. Se inoculó el contenido de una tumoración de un paciente que sufría la Fiebre de Oroya. Desarrolló todo el cuadro clínico del padecimiento, mientras anotaba minuciosamente la evolución de los signos y síntomas hasta que él también sucumbió víctima de la mortal enfermedad.
Más cerca de nosotros en el tiempo y la distancia, el Dr. Eduardo Aguirre Pequeño se inoculó con el contenido de una lesión que contenía al Treponema carateum, causante del Mal del Pinto, también en busca de un mayor conocimiento de la enfermedad y su tratamiento.
Estas historias, llevadas a cabo con un silencioso espíritu de sacrificio y de entrega sin límites por el bien del semejante, vienen a la memoria por un acontecimiento tan relevante que mereció casi media plana de la primera página de noticias locales del periódico El Norte, del 28 de abril, seguramente para recordarnos que ¡aún hay héroes en estos aciagos días!
El relato con tintes de epopeya lleva por título “Una larga noche en la boca del lobo” y da cuenta del valor a toda prueba del candidato a diputado federal por el Décimo Distrito, Aldo Fasci, de la Coalición Compromiso por México, quien "sin escoltas ni guardias de seguridad, desafiando peligros en cada paso como pisar basura, aguas negras estancadas y cucarachas” –según el reportero Abraham Vázquez quien acudió a dar fe de la sin par hazaña- tuvo la osadía de ir a pasar una noche, nada menos que una noche completa, en un tejabán ubicado en lo más alto de Fomerrey 45, “una de las más inseguras que hay en las faldas del Cerro de la Silla”, nos deja saber el cronista Abraham.
La vida en las calles se acaba a las 10 de la noche, dice el cronista. Con el sórdido silencio de la miseria se acentúan las reflexiones filosóficas: “La primera vez que llegué aquí me tenían miedo, ahora la gente me cuida” –piensa en voz alta el candidato mientras el reportero no pierde palabra del histórico discurso. Quizás si en ese momento hubiera entrevistado a los vecinos, éstos le habrían confiado: “Y como no lo vamos a cuidar, ¡si a este cabrón le pasa algo, con la tira no nos la vamos a acabar!”.
Como a las 2 de la mañana un estruendo seco y corto viene a poner ambiente a una noche cuya tranquilidad estaba dejando mal parada la espantable fama de la Fome 45. “Sonó como un disparo al aire”, dice Fasci, para calmar a su secretario, quien no está seguro de que todo esté bajo control.
Antes de las 7 de la mañana, Fasci levanta el campamento. El paladín de la Coalición que con tal de ganar votos es capaz de meter la cabeza en la boca de un león (bien comido), da por terminada la épica aventura. Mezcla de Padre Damián, de Carrión y Aguirre en una sóla persona pero mucho más eficiente, no necesitó de anacronismos como dar o dedicar la vida; le bastó una noche para soltar de su ronco pecho el grito que la gran prensa deja en testimonio de ridículo para la posteridad: “Ahora sí, nadie me va a hablar de la pobreza”.
Y uno piensa: si este grotesco personaje merece una diputación por pasar una noche entre los pobres, ¿qué merecen las mujeres, los hombres y sus hijos e hijas que pasan su vida en la pobreza?

3 comentarios:

  1. Se merecen la mayor parte de las riquezas porque son la mayoria y porque son quienes la producen. por lógica formal.

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  2. Falso como el partido que lo postula, ridículo como él mismo, asi se vió el Fasci que quizá quiera sacar un libro que llame "Como ser pobre en un 2 x 3"..

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