Cuando Chávez no se dejó comprar, lo sacaron con un golpe de estado el 11 abril 2002, financiado y diseñado desde Washington. Cuando el golpe fracasó, y el pueblo rescató la democracia y su presidente en menos de 48 horas, comenzaron a desestabilizar al país, intentando hacerlo imposible para gobernar. Desbordaron la nación con saboteos económicos, huelgas ejecutivas en la industria petrolera, caos en las calles, y una brutal guerra mediática que tergiversaba la realidad del país a nivel nacional e internacional. El complot para asesinarlo con paramilitares colombianos en mayo 2004 fue impedido por las fuerzas de seguridad del país.
Fueron creados la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), PetroCaribe, PetroSur, TeleSUR, Banco de ALBA, Banco del Sur y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). En ninguna de esas organizaciones está Washington, ni la élite que antes dominaba la región imponiendo sus intereses por encima de los pueblos.
En enero 2005, la nueva Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, dijo que Chávez era “una amenaza” para la región. Justo después, la CIA colocó a Venezuela en su lista de los “5 lugares más inestables del mundo”. El reverendo estadounidense Pat Robertson declaró públicamente que era mejor “asesinar” a Chávez en lugar de iniciar una guerra contra Venezuela, que costaría millones de dólares. Ese mismo año, cuando Venezuela suspendió la cooperación con la Agencia Anti-Droga de Estados Unidos (DEA), por estar inmiscuyéndose en sus asuntos internos, Washington clasificó a Venezuela como un país que “no coopera en la lucha contra el narcotráfico”.
En 2008, el Pentágono reactivó la Cuarta Flota de la Armada, la comandancia militar estadounidense encargada de América Latina y el Caribe. Había sido desactivada en 1950 y no funcionaba desde entonces, hasta que decidieron que era necesario aumentar la presencia “y fuerza” militar de Estados Unidos en la región. En 2010, Washington acordó con Colombia para establecer 7 bases militares en su territorio, “debido a la “amenaza de los gobiernos anti-estadounidenses en la región”.
El Presidente Barack Obama declaró en estos días que Chávez no era una amenaza para la seguridad de Estados Unidos. El candidato Mitt Romney dijo que sí. La furia de los extremistas miameros cayó encima de Obama. Pero no deben preocuparse, porque Obama aumentó el financiamiento multimillonario a los anti-chavistas este año. Han canalizado más de 20 millones de dólares para la campaña opositora en Venezuela.
¿Es Venezuela una amenaza para Washington? En Venezuela, el único terrorismo que hay es de los grupos que buscan desestabilizar al país, la mayoría con el apoyo político y financiero de Estados Unidos. Los narcotraficantes son de Colombia, donde la producción y transito de drogas han incrementado durante la invasión estadounidense en ese país a través del Plan Colombia. La relación con Irán, con Cuba, con China, con Rusia y con los demás países del mundo es una cooperación bilateral - o multilateral - normal entre países. No hay bombas, no hay secretos siniestros. No, Venezuela no es esa tipo de amenaza para Washington. Es otra.
La pobreza ha sido reducida en más de 50% desde que Chávez llegó al poder en 1998. Las políticas de inclusión de su gobierno han creado una sociedad de alta participación en las decisiones económicas, políticas y sociales. Sus programas sociales - las misiones - han garantizado atención médica gratuita, educación gratis y accesible - desde los niveles básicos hasta los más avanzados - alimentación en precios alcanzables, y herramientas para crear y mantener cooperativas, empresas pequeñas y medianas, consejos comunales y comunas, para todo el pueblo. La cultura venezolana ha sido rescatada y valorada, recuperando el orgullo e identidad nacional, creando un sentimiento de dignidad en lugar de inferioridad. Medios de comunicación e información se han proliferados durante la última década, asegurando espacios para la expresión de todos.
La industria petrolera de Venezuela, nacionalizada en 1976 pero que funcionaba como una empresa privada, ha sido recuperada al beneficio del país, y no de las multinacionales y una minoría oligarca. Alrededor de 60% del presupuesto anual se dedica a los programas sociales en el país, con el enfoque principal en la erradicación de la pobreza.
Caracas, la capital, ha sido embellecida. Los parques y plazas se han convertido en espacios de reunión, disfrute y seguridad para los visitantes. Hay música en las calles, arte en las paredes, y una rica debate de ideas entre los habitantes. La nueva policía comunal trabaja en conjunto con las comunidades para luchar contra los terribles problemas de la violencia, la inseguridad y la delincuencia, problemas que no se atacan solamente desde el superficie, sino desde la raíz.
El despertar de Venezuela se ha expandido por todo el continente y hacia el norte por el mar Caribe. El sentimiento de soberanía, independencia y unión en la región ha enterrado la sombra de subdesarrollo y subordinación impuesta por los poderes colonizadores durante siglos pasados.
Esa es la amenaza que representa el Presidente Hugo Chávez y la Venezuela Revolucionaria para Washington. Es la amenaza del buen ejemplo.
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