jueves, 15 de noviembre de 2012
Genocidio cultural: la política educativa del gobierno de EU hacia sus indígenas
El activista indígena estadounidense Dennis Banks, perteneciente
a la tribu Ojibwa fue entrevistado por la periodista independiente Amy Goodman
para la columna Democracy Now!. El genocidio cultural del imperialismo contra
sus propios indígenas, que narra Banks, se corresponde con la política genocida
denunciada por Cuba en la ONU y con el apoyo brindado por los EU a Israel
contra el pueblo palestino.
Banks tiene una larga trayectoria: en 1968, fue cofundador
del Movimiento Indígena Estadounidense (AIM); en 1969 participó
en la célebre ocupación de la Isla de Alcatraz. En 1972 colaboró con “La ruta
de los tratados incumplidos” de AIM hacia Washington,
D.C., para protestar contra la difícil situación de los indígenas
estadounidenses. En 1973, los miembros del AIM ocuparon el pueblo de Wounded Knee, en la reserva indígena de Pine Ridge, durante 71 días. A
principios de 2012, Banks dirigió una marcha a través del país desde Alcatraz
hasta Washington, para exigir la liberación del activista indígena preso
Leonard Peltier.
AMY GOODMAN:
Dennis, para la gente que no está al tanto de las escuelas donde fueron
enviados los nativos durante años, ¿puede contar su experiencia? ¿Dónde vivía?
¿Dónde lo enviaron? ¿Cómo fue crecer en ese tipo de escuelas?
DENNIS BANKS: Estuve en el internado durante una etapa
en la que el castigo era muy severo si uno trataba de escapar. Esto fue a
comienzos de los años 40. Me enviaron a un internado cuando tenía cuatro años
de edad, me alejaron de mis padres y mis abuelos, con quienes pasaba la mayor
parte del tiempo, me alejaron abruptamente y me pusieron en un internado a casi
500 km de distancia de mi hogar. Las golpizas comenzaron inmediatamente, el
programa de “desindigenización”. Fue una experiencia terrible con la que el
Estado estadounidense estaba experimentando. Estaban tratando de destruir la
cultura y la persona, destruir lo propio de los indígenas y solo salvar al ser
humano, matar al indígena, salvar al hombre. Esa es la descripción de lo que
fue esa política.
AMY GOODMAN: ¿El Estado estaba a cargo de esas escuelas?
DENNIS BANKS: El Estado estadounidense pagaba y por
supuesto estaba a cargo de la administración de muchas de esas escuelas, pero
también delegaba un montón a los cristianos, a las comunidades cristianas. Los
católicos, episcopales, luteranos y metodistas también tenían algunas escuelas.
Es decir que hubo una gran complicidad entre las iglesias y el Estado para
tratar el problema indígena. Para resolver el problema indígena trataban de
cambiar lo que éramos.
AMY GOODMAN:
Dennis, ¿dónde vivía? ¿A qué escuela lo mandaron?
DENNIS BANKS: Vivía en la Reserva Indígena Leech Lake
donde nací, en el norte de Minnesota. Y me enviaron a un internado a casi 500
km de distancia, en la región suroeste de Minnesota, a un lugar llamado
Pipestone Indian School. Estuve allí seis años.
AMY GOODMAN: ¿Cómo se comunicaba con su familia? ¿Con qué frecuencia podía verlos? DENNIS BANKS: Nunca. Nunca. Ellos cortaban toda comunicación
con los padres, incluso las cartas, que encontré años más tarde. Estuve allí
seis años sin ningún tipo de comunicación con mis familiares. Hasta que
finalmente nos permitieron ir a casa por seis años. Por supuesto, no podíamos
hablar el mismo lenguaje, solo sabíamos hablar inglés y eso es de lo que
estaban hablando esos jóvenes.
Había
castigos muy severos por intentar escapar de ese sistema. Yo me escapé. Y seguí
escapando casi una vez por semana. Ellos me atrapaban, me traían de vuelta, me
golpeaban. Fue terrible. Había otros tipos de castigos por los que teníamos que
pasar, también. Todavía hoy recuerdo esa experiencia. Tengo un amigo desde hace
70 años y juntos recordamos aquellos días.
Nos
mantuvimos unidos. Mucha gente se mantuvo unida. Estar unidos fue lo único que
nos salvó a muchos de nosotros de consecuencias terribles del habla. Pero
seguían golpeándome, oprimiéndome y entonces comencé a aprender inglés y
comencé a aprender quiénes habían sido los presidentes. Empecé a aprender ese
tipo de cosas.
Luego
ellos me dejaron ir a casa por 30 días. Luego de seis años. Y le pregunté a mi
madre “¿por qué nunca me escribiste?” y ella me respondió “Lo hice”. Pero
nunca, jamás cuestioné más que eso. Después me enviaron a otra escuela similar
en Dakota del Norte, a más de 300 km de distancia. Estuve allí tres años más.
De nuevo lo mismo, solo inglés y castigos físicos. Después fui a casa otros 30
días y le pregunté a mi madre “¿Por qué nunca me escribiste?” y ella de nuevo
me dice “Lo hice, lo hice”. Luego fui enviado a otro internado muy lejos en
Dakota del Sur, a 650 km de distancia. Yo seguí escapando de esas escuelas,
hasta que finalmente pude escapar de la última y llegar a mi casa.
Lo que
quería decir, Amy, es que esto no sólo le ocurrió a la gente de Dakota del
Norte, Dakota del Sur y Minnesota, sino en todo el país; miles y miles de
jóvenes estudiantes, estudiantes nativos, fueron sacados de sus hogares, muchos
fueron llevados por la fuerza, en algunos casos la situación económica permitía
que eso ocurriera. Pero, siempre estaba presente la idea de alejarlos, poner
distancia de los padres, separarlos de sus familiares durante largos períodos
de tiempo; eso fue lo que hicieron conmigo. Y de repente, perdí la relación
familiar con mi madre. Perdí ese sentimiento materno, porque pensé que me había
abandonado.
Y
recién hace casi tres años, cuando mi hija estaba haciendo un documental sobre
Dennis Banks y fue al archivo federal de Kansas City, encontró los registros.
Ella me llamó y me dijo “Papá lo encontramos”, “Papa encontramos tus registros
escolares”. Yo le pedí que los trajera y cuando lo hizo, empecé a mirarlos. Y
ella dice “Papá también encontramos algo más”. Me entrega una caja de zapatos.
La abro y había cartas, un montón de cartas de mi madre. Comencé a abrirlas y
leerlas. La segunda incluía una nota para el supervisor de la escuela que decía
“Aquí tiene cinco dólares; por favor envié a mi hijo de vuelta a casa conmigo”.
No pude
terminar de leerlas todas, porque me desgarraba por dentro, así que fui hasta
la tumba de mi madre. Ella falleció. Yo fui a su entierro, pero no tuve
emociones en aquel momento. Así que esta vez cuando fui con las cartas, me
llevé una silla. Estuve sentado frente a su tumba leyendo las cartas y recién
ahí supe que ella me había amado.
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Ahhh lo que faltaba! tambien son indigenistas, que diría mi amigo Marx de Ustedes: todos unos Kleinburgers! Que tiene que ver los indigenas con el marxismo?
ResponderEliminarDen Xiao Ping