miércoles, 5 de agosto de 2009

La Radio y los días: La Fiesta del Agua


Brincamos el plazo: ¡la tierra era nuestra! “Si en tres días no nos han desalojado –decían los veteranos de las invasiones- ya no podrán sacarnos”. Y con el cuarto día de la invasión iniciamos abril, sumando más de mil familias dispuestas literalmente a todo para conservar el anhelado pedazo de tierra.
Ahora entendíamos la razón del mentado plazo. Cada día significaba, desde el 28 de marzo, el arribo de un contingente de cientos de hombres y mujeres combatientes, hasta ocupar en toda su extensión los predios que antes de la invasión parecían imposibles de llenar.
La policía, que los primeros dos días se limitó a merodear amenazante la zona, se acercó por fin a escoltar a un tipo que reclamaba la invasión con documentos en la mano. “Esas escrituras son falsas, todavía huelen a tinta de imprenta”, se le contestó. “Ayer vino otro dueño con otras escrituras del mismo terreno” protestó otra voz.
Por el sonido, indispensable desde el primer día, se comenzó a convocar a la gente, que brotaba de todos lados, provocando la huída en estampida de los indeseables visitantes bajo una lluvia de piedras.
Muchos de los posesionarios habían vivido humillantes desalojos previos. Policías preventivos, judiciales y rurales competían en brutalidad para desalojar, golpear y despojar a quienes se atrevían a invadir la gran propiedad privada, no importaba edad, sexo ni condición. Ahora, por primera vez, los desheredados se sentían con fuerza para resistir… resistir y quizás ganar.
Cada día significaba más fuerza para resistir, para limpiar el terreno, hacer una fosa, comenzar un tejabán, arrimar unos bloques… Pero cada día calaba más la sed, faltaba más el agua, los niños enfermaban y no había agua, ya no digamos para el baño o lavar las manos, sino tan sólo para beber. El calor arreciaba con el paso de las semanas y ni pensar en que la Compañía de Agua y Drenaje aceptaría llevar agua a los “ladrones de terrenos” como nos llamaba la prensa. Vecinos de las colonias contiguas, compadecidos, compartían su agua pero ellos mismos carecían de un buen abasto. ¿Perderíamos por la sed lo que ganábamos con nuestra unidad y nuestra lucha de trabajadores pobres?
Fueron esta unidad y lucha las que nos permitieron salvar esta prueba. Un grupo de compañeros había trabajado años atrás en estos terrenos perforando la piedra para introducir los enormes tubos de agua que desde Mina llevaban agua a la Unidad Modelo. Ellos sabían el lugar exacto donde pasaba la tubería. Los fontaneros prepararon el enorme cinturón metálico que abrazaría un tubo y los soldadores adhirieron un niple con la llave de paso. Turnándose para trabajar, los excavadores dejaron limpio un tramo del tubo. Bajaron los fontaneros y a través de la improvisada abrazadera introdujeron una gran broca. A pesar de la multitud de sedientos espectadores, podía oírse el crepitar de la pared de asbesto. Cuando el plomero retiró la broca, una poderosa columna de agua se levantó varios metros, dando el primer baño en muchos días a los chiquillos felices y confundiendo en los rostros de los grandes el agua con las lágrimas.

1 comentario:

  1. Esto fue poco despues de la invasion de tierra y libertad? nunca me habia puesto a pensar como se introdujo los servicios, solo decian cuando se introducieron los servicios, pero nunca el como fueron los sucesos,!! esta muy bien explicado quieroooo leer maaaaaaaaaas de eso,. Solo me acuerdo cuando nos apedrearon los Petistas del Frente borregal cuando vino CFE para la legalizacion de la lUz

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