lunes, 11 de enero de 2010

¡Frío asesino... castigad al frío!

Tres personas murieron al inicio de la onda gélida que durante cuatro días se ha abatido en esta industriosa ciudad. El periódico “El Norte” del 10 de enero informó:
“Mueren por el frío mujer y dos hombres”. Y como subtítulos:
“Las víctimas de la onda gélida. Tres personas perdieron la vida presuntamente a causa de las bajas temperaturas”.
Así, por triplicado y confirmadas por los noticieros de la tele, queda constancia de que fue el frío el causante de estas muertes, que no volverán a ser noticia, porque ¿qué se gana con acusar a un criminal como el frío por esas muertes?
Consultado como experto, el Dr. Félix Cedillo, Presidente de la Sociedad Regiomontana de Cardiología explicó al periodista: “El infarto es una consecuencia, de hecho, los climas muy fríos provocan como una reacción natural del organismo que los vasos del cuerpo se contraigan, entonces se hace más delgado el diámetro y los órganos del cuerpo reciben menos flujo de sangre por estar expuestos durante largos períodos de tiempo a temperaturas muy bajas.
“Difícilmente en el dictamen médico puedes poner hipotermia como la causa directa de muerte, pones la causa directa, el órgano principal del cuerpo que falló y causó la muerte y pones que el paciente falleció de un infarto y que la hipotermia fue un factor secundario”.
El experto podría agregar que los tres difuntos eran personas ancianas, seguramente con los vasos alimentadores del músculo cardiaco en mal estado; además, por ser personas pobres seguramente su estado nutricional era deficiente y sus defensas corporales estaban bajas y, finalmente, que por tener entre 70 y 88 años, cualquier día se podían morir, de un infarto, o atropellados por no ser ágiles para esquivar camiones.
Sin embargo, nada se dice acerca de porqué don Diego Muñoz Melchor a sus 83 años y con antecedentes de probable cardiopatía tenía que salir a trabajar de velador, incluyendo esa noche a temperatura de congelación.
Tampoco se explica porqué don Alfonso Alvarez , de 70 años, recogido de la calle para ser llevado al albergue del Parque Alamey, fue transladado a la Cruz Roja por sentirse mal y fue dado de alta sólo para morir unas horas después en el mismo albergue.
Y porqué doña Antonia Hurtado Flores, a sus 88 años, enfrentó la noche más fría en muchos años vestida sólo con una sencilla falda, un suéter y unos calcetones.
Donde la Cardiología terminó con la explicación de los vasos encogidos por el frío, otra ciencia, la Salud Pública, explica los resultados fatales de que la sociedad representada por sus autoridades se encoja de hombros ante los factores sociales adversos, producto de este mismo injusto régimen social. Una sociedad es tanto más justa cuanto más protege a su población en riesgo. Ancianos como éstos que acaban de morir sin otra esquela que la nota roja de los periódicos, son peleados por los principales centros hospitalarios de esta ciudad, independientemente de su edad y gravedad, dentro de los programas de turismo de la salud con tal de que tengan dólares o euros para merecer atención médica.
En México mueren 5 veces más niños que en Cuba y sus ancianos tienen una menor esperanza de vida a pesar de que los recursos materiales de la isla son mucho menores que los de este país, porque la salud, como la educación, son derechos primordiales conquistados por un régimen que aspira al socialismo.
Ni el calor mata a los niños de diarrea, ni el frío mata a los ancianos de infarto; los matan la pobreza y el abandono en que el gobierno y los capitalistas hunden a la población. No es el frío el que merece condena, es la sociedad capitalista, la que provocó esa espantosa agonía hasta matar de frío a tres ancianos indefensos y seguirá matando a muchos más, la que debe morir.

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