viernes, 14 de febrero de 2014

Efraín Calderón Lara: a 40 años de su asesinato, su ejemplo más vivo que nunca

Hay nombres de personas que deben ser protegidos contra el olvido. Perderlos de la memoria colectiva significa la pérdida no solo de individuos ejemplares, sino de épocas completas de esfuerzos ingentes y esperanzas y logros de las masas, épocas que en perspectivas no son sino destellos, pero precisamente por ello siempre pueden servir para iluminar oscuros momentos como los actuales.
A esa categoría pertenece la memoria de Efraín Calderón Lara. Ejemplo del universitario que entrega sus conocimientos al servicio del pueblo, Calderón Lara, joven egresado de la Universidad Autónoma de Yucatán realizó una infatigable labor de organización, asesoría y acompañamiento a las luchas de las y los trabajadores de aquel Estado en los agitados años de la insurgencia sindical mexicana.
En su corta pero intensa vida profesional, fue el organizador de los sindicatos independientes de conductores de autobuses, de trabajadores de las gasolineras, de zapateros y panaderos, de los estibadores de las tiendas Conasupo y de los empleados de la Universidad Autónoma de Yucatán; dedicó sus mayores esfuerzos a los trabajadores más indefensos y empobrecidos como eran los de la industria de la construcción, y aún se dio tiempo para asesorar en sus múltiples problemas a los colonos de los barrios proletarios de la capital y sus alrededores.
Eran los años del mayor poder de las mafias sindicales, representadas en Yucatán por los líderes vende-obreros de la CTM y la CROC; éstas, junto con los voraces patrones capitalistas y su representante en el Gobierno estatal, en aquel entonces Carlos Loret de Mola, veían ya en la actividad de Calderón Lara un peligro mortal para sus intereses.
Intentaron primero comprarlo, ofreciéndole jugosos bienes materiales, luego importantes cargos, cañonazos que se estrellaron en la incorruptible honestidad del joven abogado apodado “El Charras” por sus camaradas.
Calderón Lara pudo advertir que el odio de quienes se sentían afectados por su labor había llegado a extremos de desesperación. Presintiendo un riesgo inminente, escribió a su madre:
 ““El Gobernador ha intentado convencerme de que abandone mi causa, primero mediante puestos oficiales y después mediante cohechos. Como he rechazado unos y otros ha recurrido a las presiones y las amenazas. Creo que ahora el Gobernador se dispone a atacarme directamente. El es periodista, no político. Sus puestos los ha logrado  mediante su pluma a veces obsequiosa, a veces venenosa, según sea el caso y su conveniencia personal. Todos saben que cambia sin ningún escrúpulo de camiseta y que no tiene más convicción que la de sus intereses. Ahora lo presionan por varios frentes y no sabe qué rumbo tomar. Es temeroso, es inseguro. Eso me alarma más pues nunca sabes cómo va a reaccionar ese tipo de gente”.
La madrugada del 13 de febrero de 1974, Efraín Calderón Lara fue secuestrado por elementos de Seguridad pública del Estado y sometido a brutales torturas, que incluyeron golpes hasta desfigurarlo, quemaduras de cigarrillos y heridas con picahielos en todas partes del cuerpo, mutilación de los testículos, hasta ultimarlo de un disparo en la cabeza.
Su cuerpo fue encontrado varios días después y el día 20 de febrero sepultado en medio de una multitud indignada de miles de trabajadores, estudiantes de la UAY y hombres y mujeres del pueblo sencillo que exigían el castigo a los culpables y la caída del Gobernador. El estudiantado de la Universidad se lanzó a un paro que se extendió por dos meses, hasta obligar al gobernador Loret de Mola a enviar a prisión como presuntos responsables a los directivos y agentes de la Dirección de Seguridad Pública, mientras escurrían el bulto los verdaderos culpables a los ojos de la población: los dueños de dos empresas de la construcción, los líderes de la CTM y la CROC y el propio gobernador.

A 40 años de su muerte, se preparan en Yucatán homenajes en memoria de este combativo y solidario universitario. Su lucha comprometida hasta la muerte debe ser conocida y recordada por todo lo que haya de digno en todos los rincones del territorio mexicano.

Datos consultados en: Echeverría V., Pedro (1999): El gobierno de Loret y el asesinato del "Charras" Revista Latina de Comunicación Social, 14. http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999c/132echeve.htm

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