miércoles, 17 de febrero de 2010

La Radio y los días. 18 de febrero ¿no se olvida? (1)


18 de Febrero de 1976.
Unos golpes violentos en la ventana me desconectaron del sueño. Por via refleja me encontré corriendo cuando no acababa aún de despertar. Eran años en que los sobresaltos todavía nos acechaban a cualquier hora y esa madrugada las voces que me empujaban tardaron en hacerse nítidas.
Un aparato de sonido en plena calle informaba que la policía estaba reprimiendo a compañeros en San Angel del Norte. Hacia allá se dirigía la gente,a la velocidad que las piernas permitían en aquel camino pedregoso y cada vez más oscuro.
En una carrera desesperada cubrimos los dos kilómetros que deben separar a San Angel de Tierra y Libertad. Don Quico Salcido confirmó mis temores:
-- Los compas de la Pancho, compañero... Los agarró la policía. Son muchos, yo creo que se vino toda la policía de Monterrey.
Y vinieron los detalles que ya imaginaba. En medio de las tinieblas, fueron colocados unos postes para impedir la salida de una granadera, cuyos ocupantes se vieron sitiados por una multitud y arrinconados como gatos sin salida clamaron por ayuda; ésta llegó con Juan Urrutia Paura al frente, "el capitán Paura", viejo conocido represor de los movimientos populares, para dar un escarmiento a los sitiadores.
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Seis horas antes, el grupo de jóvenes dirigentes de la colonia Francisco Villa, acompañados por vecinos de esa colonia habían estado en Tierra y Libertad para darnos una especie de ultimátum.
-- La gente de San Angel no quiere más a esa granadera en su colonia. Es una provocación constante.
-- ¿Cuál es el miedo? --me dijo otro de ellos, mientras trazaba con una vara un croquis en el suelo-- ¡Los polis están rodeados: la gente de San Angel por el frente, la Granja atrás, la Pancho al oriente y Tierra por el costado poniente ¡Podemos sacarlos fácilmente!
-- Ustedes saben que hoy por la noche tenemos una plática con directivos de Fomerrey y vamos a tratar este tema. Es muy posible que los convenzamos de que retiren la granadera --les dije, sabiendo que el grupo de jóvenes trataba precisamente de demostrar a los vecinos que sus iniciativas valientes, apoyadas en las masas, eran "taponeadas" por dirigentes burócratas, partidarios de arreglos con las autoridades. Al menos eso era el centro de la lucha ideológica iniciada en la Pancho Villa contra la dirección del movimiento de posesionarios, particularmente contra Alberto Anaya, que no estaba presente, y con quien compartíamos acusaciones de caudillismo.
-- ¿Y porqué tenemos que pedir permiso a las autoridades, si estamos en nuestro terreno? Las masas pueden sacarlos a chingadazos...
-- Porque ya llevamos tres años de chingadazos y a lo mejor no necesitamos que la gente corra riesgos-- insistí. La policía está ardida y está esperando una oportunidad para tomar la revancha. Vamos a esperar unas horas para un buen arreglo en la Belisario Domínguez; a los vecinos les conviene la reubicación y a Fomerrey le conviene un arreglo pacífico. Ahí mismo trataremos lo del retiro de esta patrulla.
-- Pues a ver que deciden las masas en las asambleas de la Pancho y de San Angel...
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Formamos a toda prisa un grupo de diez voluntarios para tratar de negociar el rescate de los detenidos. Encargamos estrictamente detener a toda la gente que venía en camino. Corrimos otra vez, en fila india, guiándonos en la profunda oscuridad sólo por los gritos que se oían a la distancia. Vimos algunos fogonazos.
-- Están disparando al aire --dijo alguien. Seguro para espantar al que se acerque...
Creí reconocer, a lo lejos, la voz de Paura. Nos acercamos, pero seguían los fogonazos. A gritos pedimos platicar con Paura. Exigió que nos acercáramos uno a uno. Estalló cuando le pedimos que soltara a los detenidos. Echó en cara el asalto multitudinario contra la patrulla, reclamando que ésta se encontraba ahí a petición de vecinos de San Angel que nos acusaban de quitarles los postes de la CFE para obligarlos a robar la luz... Sólo se calmó cuando le dijimos que todo eso se acababa de platicar un par de horas antes con Fomerrey, que podía llamar al Director para asegurarse que habíamos llegado a acuerdos, que lo recién ocurrido era un mal entendido que había que resolver pronto, porque mucha gente venía en camino.
En ese momento llegaron compañeras enviadas por el retén de Tierra y Libertad a preguntar qué estaba pasando, que la gente estaba preocupada y tensa. Urgimos a Paura.
-- ¡Tráigan a los detenidos! --ordenó éste-- Y al tenerlos cerca, iba a comenzar a sermonearlos, cuando un sordo clamor nos sacudió. Gritos y maldiciones, disparos y lamentos y casi sacamos a empujones a Paura, mientras éste vociferaba exigiendo a sus subordinados le informaran qué estaba pasando.
En el extremo opuesto, a unos 500 metros de distancia, otro grupo de vecinos de la Pancho había sido enviado al matadero... (Sigue).

1 comentario:

  1. ñam ñam... un poco más detallado xq no sé de q están hablando..

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