miércoles, 15 de julio de 2009

La Radio y los días.


1. 1973
La pobreza duele, pero sobre todo si se piensa en ella. En la casa de cartón. En el piso de tierra. En los pies descalzos sobre el piso calcinado. En las caras enjarradas por el sudor, el humo de los basurales y el polvo de las pedreras que raspa los pulmones y araña los ojos. En las noticias que claman por la represión contra los ladrones de terrenos. En los días sin agua. En el pudor sin sanitarios. En los helicópteros y patrullas que amenazan y vigilan día y noche. En que ésta es la última noche de ilusión de tener derecho a un rincón para los hijos, porque hoy desalojará la policía. Mejor no pensar en eso.

Pensar, sí, en que tanta pobreza nos hace fuertes, porque somos muchos, muchos más que los ricos a quienes les levantamos sus palacios. Pensar en que tanto temor a las palizas que nos ha dado la vida nos da valor para enfrentar a la muerte. Pensar en nuestra debilidad, que nos obliga a buscar la fuerza de la organización. Pensar en la miseria material a que nos condenan los poderosos, para huir de su miseria moral. Pensar en que si los trabajadores producimos la riqueza, el crimen es condenarnos a vivir en la pobreza. Y pensar en hacerlos oír nuestra voz...

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